El precio de los combustibles ha llegado hoy a su máximo histórico: 1,43 euros el litro de 95, 1,37 el de diésel. Las causas, en teoría, son el incremento del precio del barril Brent, en torno a los 127 dólares y las tensiones en Irán y Siria, países productores de crudo.
Pero hay algo más que ha hecho que lleguemos a esta cifra: el progresivo incremento de la presión fiscal en los últimos años, que grava los hidrocarburos en más de un 50% sobre el valor de origen. Es decir, más de la mitad de lo que pagamos en gasolina o diésel se lo lleva laadministración de forma directa. Lo que queda va a la compañía petrolera y el intermediario, la gasolinera. Sin duda, un buen negocio para todo el mundo menos para el español medio que con estos consecutivos incrementos ve mermado, una vez más, su poder adquisitivo.
Aún así, el precio que pagamos en España por el litro de gasolina es inferior al de la media de la Unión Europea. Esto es debido, aunque parezca mentira, a que pagamos menos impuestos por el combustible que otros países. Donde sí tenemos un precio bastante elevado es en el coste de origen, es decir, el precio que pone la petrolera, que es el 3º más caro de la UE. Por lo tanto, en estos momentos parecen estar haciendo mejor negocio las compañías petroleras que la administración, que todavía podría tener margen para futuras subidas.
Un incremento de la presión fiscal sobre los hidrocarburos, como ya se hizo hace un par de años, sería del todo injusta por varios motivos:
- Aunque en España paguemos el litro de gasolina a un precio inferior al de la media de la UE, es evidente que en relación a la renta per cápita o el sueldo medio interprofesional, salimos perdiendo por goleada. Es decir, en relación a nuestro poder adquisitivo medio, estamos pagando la gasolina a un precio superior.
- No parecería muy adecuado incrementar la carga impositiva sobre los hidrocarburos en un momento de crisis económica como el actual. Un elevado precio del combustible frena la recuperación, como muy bien saben los norteamericanos. En EE.UU andan preocupados estos días, ya que ha aumentado un 14% el precio de la gasolina en lo que va de año.
Así las cosas, no es de extrañar que haya 4 millones de vehículos en España que están parados. Y que el consumo de gasolinas y gasóleos de automoción siga bajando. No hay dinero para combustible.
Esto lleva a otra conclusión: la creciente sensibilidad del español medio hacia el gasto en combustible puede hacer crecer en los próximos años un segmento de mercado un tanto aletargado en nuestro país: el del coche utilitario, de bajo consumo, coste de adquisición y mantenimiento. Las marcas empieza a tomar conciencia de ello, y es muy probable que crezca la oferta de pequeños coches, en torno a los tres metros y medio de longitud, por debajo de los 10.000 euros y con consumos en torno a los 4-5 l/100 km de gasolina. Ya lo estamos viendo con la ofensiva del grupo Volkswagen (Volswagen Up, Skoda Citigo y Seat Mii) que con seguridad, seguirán otras marcas.
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