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martes, 19 de junio de 2012

A 200 km/h


Cada vez que voy a Alemania para asistir a a la presentación de un nuevo modelo de automóvil aprovecho para comprobar cómo rueda el coche a alta velocidad, un test que es imposible hacer en España en carretera abierta. Circular a más de 200 km/h en Alemania no es delito, siempre que lo hagas en los tramos de autopista permitidos, convenientemente señalizados, y respetes los tramos donde la velocidad está limitada, como hace todo el mundo. No es tan difícil. Allí los conductores se aplican esta autodisciplina, por miedo a ser multados pero también como reflejo de su educación y carácter general.
Alemania es uno de los países de la Unión Europea con menor  índice de mortalidad en las carreteras. Aunque este índice es superior al de Reino Unido, Suecia o Holanda, es inferior al de España. Esto demostraría que la velocidad, en sí misma, no es una causa directa de siniestralidad. Sí lo es, no obstante, la velocidad inadecuada en el lugar inadecuado. Es puro sentido común.

Cuando circulo por Alemania con la aguja del velocímetro en torno a los 200 km/h no puedo evitar el preguntarme por qué ellos sí  y nosotros no. Hay que tener presente que en las últimas décadas, en España hemos reducido considerablemente nuestro índice de siniestralidad. Buena parte del mérito cabe atribuirlo a la mejora de las infraestructuras, al aumento de la seguridad de los vehículos y también, no hay que olvidarlo, al férreo control por parte de las autoridades. Deberíamos alegrarnos todos. 

Llegados a este punto, con nuestras carreteras y autopistas considerablemente mejoradas y también infestadas de radares, no es descabellado pensar en incrementar en España la velocidad máxima por autopista allí donde sea posible. Es decir, aplicar algo tan sencillo como un sistema de velocidad variable, como en Alemania. Allí donde se puede, se corre. Y donde no, no. Precisamente hoy el Ministro del Interior ha anunciado que pretende aplicar la velocidad variable en España en los próximos meses, aunque más bien a la baja: la velocidad máxima en carreteras secundarias  pasa de 100 km/h a 90 km/h, y no concreta si en autopista la velocidad variable va a contemplar un incremento de la velocidad máxima actual.

De cualquier modo, desde mi punto de vista la velocidad máxima en autopista debería situarse en 140 km/h. De hecho, esta velocidad límite es la que la mayoría de conductores españoles consideraría como adecuada para aplicar en nuestras autopistas, según un estudio realizado porCoches.net.

Este mismo estudio revela un dato muy interesante: sólo una minoría de los encuestados (10,4%)opina que en nuestro país la velocidad debería ser ilimitada.  ¿Por qué? Probablemente porque la mayoría de españoles somos conscientes que nuestra particular forma de conducir en general resulta incompatible con una velocidad ilimitada en autopista. A diferencia de Alemania, una medida así en España probablemente incrementaría el número de accidentes. Y es que aunque en las últimas décadas parece que hemos mejorado nuestra forma de conducir, todavía muchos de nosotros no respetamos la distancia de seguridad, circulamos por la izquierda como si el carril derecho no fuera con nosotros, avanzamos por donde no corresponde o nos despistamos cuando estamos al volante . Es una cuestión de educación, formas y hábito. Y esto es lo que verdaderamente nos diferencia de los conductores alemanes, británicos o suecos.

Aunque no somos los únicos. La oportunidad que me ha dado esta profesión de conducir por diversos países europeos y del norte de África me ha permitido comprobar que la forma de conducir de un país refleja casi siempre su nivel de prosperidad y la educación de sus habitantes. Y en el sur de Italia, Sicilia, Portugal, Creta, Grecia, Túnez o Marruecos se conduce peor que aquí. Menudo consuelo.

Por lo tanto, ¿incremento de la velocidad límite en autopistas?. Si. ¿Velocidad ilimitada? No.
Mientras tanto, seguiré esperando puntualmente mi oportunidad de viajar a Alemania para comprobar cómo puede circularse a alta velocidad sin un incremento exponencial del riesgo, mientras aquí seguimos discutiendo sobre si los radares están bien o mal colocados, sobre la gestión del director de la DGT, el afán recaudatorio de la administración, la falta de educación vial o la dejadez de las infraestructuras, que de buen seguro va a ponerse de manifiesto en los próximos años, fruto de la crisis.

jueves, 7 de junio de 2012

Coches y género


¿Determinados coches son sólo para hombres? ¿o para mujeres? ¿y para gays? ¿Hay modelos preferidos por lesbianas?. Teniendo presente que a finales de este mes se celebran las fiestas del orgullo gay, me ha venido a la cabeza la edición de 2010 que tuvo lugar en Madrid, en la que Fiat presentó 5 Fiat 500 showcars que se identificaban con 5 “tribus” urbanas relacionadas con este colectivo.
Con nombres como “Drag Fiat 500”, “Leather Fiat 500”, “Lesbo Fiat 500”, “Oso Fiat 500” o “Cool Fiat 500”, cinco Fiat 500 personalizados desfilaron ese año en la cabalgata madrileña perfectamente customizados y personalizados con referencias a la estética de cada uno de estos colectivos.

Me sorprendió la propuesta de Fiat, teniendo en cuenta que por norma general, las marcas no suelen definir tan claramente el posicionamiento o el “target” al que dirigen sus modelos.

Una de las preguntas más recurrentes en las ruedas de prensa durante la presentación de un nuevo coche es “¿a qué tipo de público se dirige el nuevo modelo?”. Esta cuestión suele ser contestada con diplomacia y acompañada del correspondiente estudio marketiniano que señala un target amplísimo, desde un joven hasta un jubilado. En definitiva, la respuesta suele ser “a todo el mundo”. Por norma general, parece existir un cierto temor a limitar las ventas si se limita el público objetivo. En cierto modo, puede parecer  lógico.

Lesbo Fiat 500
Cool Fiat 500

Por eso me pareció en su momento atrevida la iniciativa de Fiat, con el 500. Como también lo ha sido recientemente la de Land Rover con el Evoque, al permitir a Victoria Beckham que diseñara una edición especial de este todoterreno, cargada de detalles en su interior, algunos de oro rosa.

Land Rover sabe perfectamente que el público femenino suspira bastante por este SUV, por cierto, bellísimo. Pero por si acaso, Victoria Beckham puntualizó durante la presentación: “creo que aunque las mujeres conduzcan este coche, tiene un toque masculino. He diseñado un coche que quiero conducir, un coche que creo que David (su marido) quiere conducir”. ¿Declaraciones premeditadas? Quizás. Pero también innecesarias.
Range Rover Evoque Victoria Beckham
Falta un poco de valentía a la hora de posicionar o relacionar ciertos modelos con ciertos colectivos. No creo que tenga nada de malo reconocer que el Volvo S40, Volkswagen Eos, Volkswagen Beetle u Honda CR-V son algunos de los cochespreferidos por las mujeres, al menos  en Estados Unidos. La lista no difiere demasiado de la que podemos tener en Europa.

Es fácil imaginar un modelo de coche y relacionarlo con un colectivo, o un estereotipo de persona. De hecho, se diseñan para atraer determinado tipo de público. De ahí que sería deseable que frente a la pregunta, se respondiese afirmativamente: sí, nuestro modelo es preferido por el género femenino. Y aquí no pasa nada.

Lancia Ypsilon: ¿Un coche para mujeres?
Marcas como Lancia o Nissan parecen tenerlo más claro. Si escribes en Google “coches para mujeres” verás como aparecen dos enlaces patrocinados por estas marcas, uno con información sobre el Ypsilon, el otro con el Nissan Micra.
Me parece perfecto. Y más teniendo en cuenta que las marcas suelen dirigirse mayoritariamente a un público masculino. Quizás porque suele ser el que compra más coches a lo largo de su vida, o porque es el que suele tener el poder económico. Esta última es quizás la respuesta al hecho de que muchas mujeres conduzcan coches de pequeño tamaño: muchas suelen ser usuarias del segundo coche de la familia.
Y es que el modelo de coche que conducimos no tan sólo es un reflejo de nuestra personalidad de cara a los demás. También refleja nuestro estatus en la sociedad, e incluso dentro del vínculo familiar. Todo, en definitiva, digno de un buen estudio sociológico.

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