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domingo, 18 de noviembre de 2012

Circuito del Jarama: Aire retro


El circuito del Jarama y yo tenemos una cosa en común: el año de nacimiento, 1967. Inaugurado por el RACE (Real Automóvil Club de España), este trazado tuvo el honor de ser el primer circuito de carreras que se construyó en España. Sólo el circuito de Terramar, en Sant Pere de Ribes (Barcelona) podría discutirle ese prestigio, aunque todos sabemos que el circuito oval catalán jugó en otra división y en otra época, por lo que no son comparables.

Esta semana he tenido la suerte de poder rodar, por primera vez, en el Jarama. La oportunidad me la ha concedido Audi, que organizó en el circuito madrileño una presentación de la gama S, la más deportiva del fabricante alemán. Hasta hoy, no había podido conocer este trazado tan singular y emblemático. Por uno u otro motivo, laboral o personal, la ocasión de hacerlo me era esquiva.

El miércoles entraba de nuevo por la puerta del circuito, a la que se accede desde una urbanización privada, para conocer a fondo cómo ruedan los Audi S5, S6, S7 Sportback, S8 y el magnífico y exclusivo TT RS Plus. Sin duda, es una colección de bólidos que encaja perfectamente con el espíritu de un circuito como el Jarama.

La primera sensación que recibes es la de entrar en un circuito de los años setenta, como así es. Se conserva prácticamente tal cual el paddock, la zona de boxes, el pit lane y la clásica torre de control. De cuántas batallas habrán sido testimonio estas instalaciones…. El último Gran Premio de F1 se celebró en 1981, mientras que el campeonato del mundo de motociclismo abandonó el circuito madrileño en 1988. Desde entonces, el Jarama ha mantenido su actividad con campeonatos como las World Series, las Le Mans Series o el Europeo de camiones, entre otros. El grueso de la actividad, hoy en día, lo forman los eventos privados como el que organizó Audi para mostrar su gama de modelos a la prensa especializada.
Los 45 años de vida del circuito también se reflejan en el trazado. No he rodado en mi vida en un circuito más técnico, revirado y variado. Salvando las distancias, algunas curvas parecen sacadas del circuito de Calafat. Sólo que en el Jarama, los 3.850 metros de trazado, la larga recta de boxes (900 metros) y las correctas escapatorias (aunque mejorables) lo sitúan en otro nivel, que en su momento lo hizo apto para albergar carreras internacionales.

Uno se pregunta cómo es posible que en Madrid no haya un circuito más moderno que el Jarama, y sí lo haya en Barcelona, Jerez o Valencia. Algo se ha hecho mal. Es muy posible que las especulaciones inmobiliarias, el mal que históricamente ha aquejado a nuestro país, hayan limitado su ampliación o traslado a unas instalaciones mejores. De hecho, el Jarama sigue estando amenazado por las quejas de la urbanización privada contigua, que limita su uso a determinadas horas debido al ruido que provocan los coches. ¿Qué fue primero, el circuito o la urbanización? Se preguntan sus partidarios. La respuesta es evidente…
Debo reconocer que, a pesar de su trazado caduco, el circuito del Jarama me encantó. El extraño radio de sus curvas, el asfalto deteriorado en determinadas zonas, las constantes subidas y bajadas, los pianos que parecen más bien un bordillo y cuyo estado es bastante precario… todo ello obliga a aplicar la mejor técnica de conducción y, en ocasiones, algo de improvisación ante lo inesperado. Es una de las mejores escuelas para aprender a conducir al límite.
La sesión de pruebas con los Audi bordó un día fantástico. De momento, ya puedo decir que tengo mi particular vuelta rápida en el Jarama con un TT RS Plus de 360 CV. Algo es algo.

 

 

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