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lunes, 30 de julio de 2012

Rodar en Terramar: Una experiencia inolvidable


Rodar en el Autódromo de Terramar ha sido una de las mejores experiencias que he vivido desde que me dedico profesionalmente a escribir y probar coches. No sólo porque soy un amante de todo lo que rodea al mundo del vehículo clásico y visitar un circuito inaugurado en 1923 ya es suficiente reclamo para mí, sino también por el tipo de sensaciones que recibes cuando te lanzas con un coche por sus espectaculares peraltes a alta velocidad.
He tenido oportunidad de comprobar qué se siente al dar vueltas por Terramar a bordo de un Citroën DS5 Hybrid4, la unidad de prensa que casualmente tenía prestada ese día y con la cual, de alguna manera, también se ha hecho historia. Que se sepa, nunca antes un coche híbrido había rodado en Terramar, aunque sí algún coche eléctrico. El DS5 ha sido el primer híbrido en hacerlo, en una jornada que estuvo cargada de contrastes: el encuentro entre el circuito oval más antiguo del mundo y uno de los coches tecnológicamente más avanzados del momento. La simbiosis, ya os lo avanzo, fue perfecta.


Fui al Autódromo con un Citroën DS5 Hybrid4
Aislado

La posibilidad de rodar en el Autódromo de Terramar vino de la mano de la Fundació Catalana per l’Esport del Motor, que son los nuevos gestores del circuito y que también llevan el circuito de Castellolí, en Igualada (Barcelona). Ellos organizaron una sesión de tandas abiertas al público, que aprovechamos para poder sacar nuestras propias conclusiones sobre el estado del circuito y sus posibilidades futuras.

Esta torre del S.XIV se encuentra frente a la recta de tribunas
El acceso a Terramar no es fácil. No hay ninguna señalización, y tienes que atravesar una urbanización para salir a una pista y encarar la puerta de entrada, de acceso restringido. Mientras te acercas con el coche al circuito lo primero que se ve es la parte posterior de su grada. Entonces te preguntas cómo es posible que durante 89 años haya podido conservarse semejante joya del mundo del automóvil a salvo de especulaciones inmobiliarias.

Quizás la explicación resida en el hecho de haber caído en manos de una propiedad privada, y no pública. Y aunque los propietarios no han querido o sabido mantener y explotar el circuito, sí que hay que agradecer que lo hayan respetado íntegramente. La pista es exactamente la misma que se utilizó a principios del siglo pasado (se conservan hasta las huellas de los neumáticos de los coches que corrieron la primera carrera, podeís verlo en la foto)  y están en pie las gradas o los boxes tal cual se construyeron en la época. Toda una suerte.


Aquí podéis ver las marcas de neumático que dejaron
los primeros coches que rodaron en Terramar

El Autódromo de Terramar, en Sant Pere de Ribes (Barcelona) se inauguró en 1923, con motivo de la celebración del Gran Premio de España de Automovilismo. Esta carrera reunió a los mejores pilotos de la época (entre ellos un tal Nuvolari) y motivó la visita del monarca Alfonso XIII y Miguel Primo de Rivera. Eran los “felices 20”. Lejos, muy lejos queda eso.
La elevada inversión que supuso construir el circuito, la escasa afluencia de público y las quejas de los pilotos sobre la peligrosidad de sus espectaculares bankings hizo que pronto quedase en desuso. La última carrera en Terramar se celebró en los años 50, y desde entonces ha permanecido cerrado. Hoy en día es el único circuito oval del mundo que se conserva en estado original. Brooklands, en Inglaterra, y Monza, en Italia, son los otros dos circuitos ovales que compartieron protagonismo en la época y que actualmente se conservan parcialmente.

Aunque parece una granja, en realidad son los boxes de la época.

De vértigo
Mi primera toma de contacto con el Autódromo de Terramar me impuso mucho respeto. Por un lado, tengo que decir que el estado de la pista es bastante precario en algunas zonas. Hay bastantes socavones (aunque bien señalizados por los organizadores); no hay escapatorias (la única escapatoria posible es salir volando catapultado en el peralte, y no me convence); y los 60 y 90 grados que alcanzan en su punto máximo los peraltes me generaron en un primer momento algunas dudas sobre cómo se comportaría el coche. Hay que tener en cuenta que el Citroën DS5, como muchos coches de última generación, viene equipado con control de estabilidad de serie. Y aunque es posible desconectarlo, ya sabemos que siempre tiene un margen de actuación, y eso podía provocarme algún problema, como así fue.

No obstante, después de unas primeras vueltas de reconocimiento, rápidamente lancé el coche por los peraltes a la velocidad que me pareció la más adecuada (en torno a los 130-140 km/h) en el peralte de 60º y 100-120 km/h en el de 90º (tenía menos recta para alcanzar velocidad). Por supuesto, muy lejos de los 170 km/h de media que alcanzó Carlos Sainz con su Audi R8 LMS y con el que batió el récord el circuito. Tampoco era esa mi intención, como comprenderéis.

Este es el peralte más pronunciado: 90º en su punto máximo, una verdadera pared

La experiencia sirvió para comprobar que, a pesar de los baches y socavones antes comentados, el circuito es más aprovechable y seguro de lo que parece, siempre que utilices el sentido común.

Tienes que memorizar las zonas más delicadas no señalizadas y sobre todo, si  vas con un coche moderno, acordarte de desconectar el control de estabilidad. De lo contrario, puede ocurrir que actúe cuando estás en pleno peralte y te frene el coche, con el consiguiente riesgo de vuelco. Esto me ocurrió en una ocasión, precisamente en el peralte con mayor pendiente. Encaré la curva incorrectamente y pillé un socavón. El coche tuvo una reacción inesperada que hizo actuar el ESP en última instancia, y me vi obligado a  “tirar” el coche hacia abajo inmediatamente, sin más consecuencias.  
Una de las dos rectas del circuito, en relativo buen estado.
Superado el susto, y una vez le fui cogiendo confianza al circuito, las sensaciones fueron incrementándose en la misma proporción que la velocidad con la que atacaba los peraltes. Una vez coges la “cuerda” superior, precisamente la que está en mejor estado, puedes experimentar una sensación parecida a la que seguramente vivían los pilotos de la época, aunque con un coche infinitamente mejor preparado. Sin duda, había que tenerlos muy bien puestos para rodar por Terramar a principios de siglo con aquellos “cacharros” y a cara descubierta.

No diría que rodar en este circuito oval es una sensación parecida a volar, como alguien ha comentado en alguna ocasión, pero sí que es una sensación única el verte conduciendo a considerable altura y agarrado como una lapa al muro casi vertical que te sirve de sustento.

Ya había experimentado algo parecido, salvando las distancias, cuando practicaba ciclismo en pista en el Velódromo de Horta (Barcelona). En ambos casos, la fuerza centrífuga te empuja a ti y al vehículo contra el peralte, y te aporta una ligera sensación de aplastamiento y a la vez de seguridad.

La sensación en el coche es similar, y llama la atención el considerable ruido de rodadura que se genera al circular, debido en parte al “grip” que tiene la pista de hormigón. Puedes comprobarlo si alguna vez te acercas por Terramar. Es posible subir cualquiera de los dos peraltes a pie sin miedo a resbalar, gracias a que la superficie del hormigón está estriada.


En total di una docena de vueltas, que consideré suficientes para esta primera toma de contacto. Me quedó claro que bien acondicionado, este Autódromo puede servir perfectamente para organizar encuentros, sesiones de tandas libres o incluso competiciones de coches clásicos. De hecho, está previsto rehabilitarl a pista y crear un museo de coches clásicos, una iniciativa que potenciaría el interés por este increíble lugar, que podría convertirse en Meca de todo aficionado al automóvil.

Sólo hubo un detalle que me dejó un gusto un tanto amargo: la sesión de tandas libres no tuvo el éxito esperado. No sé si fue  la crisis, el precio de las tandas, la escasa difusión del evento o una posible falta de cultura automovilística en general la que provocó que sólo unos pocos aficionados se acercasen por Terramar con sus coches para rodar por el circuito.

Creo que ha sido una oportunidad perdida para muchos, que espero que sepan aprovechar en próximos encuentros, que estoy seguro, tendrán lugar en este escenario de culto en los próximos meses.


  

lunes, 23 de julio de 2012

¿Viajas o te desplazas?


En una ocasión oí comentar a Camilo José Cela que en la sociedad actual la gente no viaja, sino que simplemente se desplaza. Cela remarcaba así la diferencia existente entre ir de un punto a otro sin más ánimo que liquidar el trayecto lo más rápidamente posible (desplazarse) o realizar ese mismo trayecto pausadamente, a otro ritmo, disfrutando del mismo, dialogando con la gente que se cruza en el camino o resolviendo las posibles incidencias que se presenten. Así, el desplazamiento se convierte en un viaje, en una verdadera aventura.
Ahora que se acercan las vacaciones, es bueno recordar esta particular filosofía del desplazamiento donde el placer es el viaje en sí mismo, el ritmo al que se afronta, lo que ocurre durante la ruta, la posibilidad que nos ofrece de ver  el mundo a través de un parabrisas,  como si de una película se tratase.

Nada que ver con el estrés al que la mayoría de nosotros tenemos que hacer frente cuando se trata de preparar unas vacaciones en coche, donde el coche es simplemente el medio de transporte, que nos lleva de A a B,  y el trayecto el camino más rápido.


Este concepto de viajar, que desde la mejora de las infraestructuras viarias en el último medio siglo ha quedado en desuso, es algo que todavía practican algunos colectivos de usuarios muy concretos: los amantes de los vehículos clásicos, los aficionados al todoterreno y los fans de las furgonetas Volkswagen, entre otros. Estos últimos volvieron a dar una muestra de la consolidación de su afición y de su filosofía de vida en la 9ªConcentración FurgoVolkswagen, que tuvo lugar en Sant Pere Pescador (Girona) a mediados de junio.

Más de 500 furgonetas Volkswagen se reunieron en Sant Pere Pescador

La famosa furgoneta T1 de Volkswagen, que nació en 1950 para satisfacer las necesidades de transporte, tanto de carga como de pasajeros, de medio mundo, encarna como ninguna esa filosofía de viajar, de vivir la vida. La Volkswagen T1, o Bulli, se ha convertido en un icono, después de ser el símbolo de la generación del "flower power" y el movimiento "hippie" en los años 60. Hoy seguimos viéndola como al furgoneta "hippie"por excelencia.
Volkswagen T1 en estado original: un icono del transporte en familia.

Los aficionados y propietarios de esta furgoneta y esta marca encarnan como nadie esta forma distinta de entender y practicar la movilidad. Tuve ocasión de comprobarlo en persona, y asistir a la concentración de más de 500 furgonetas, muchas de ellas clásicas, que tuvo lugar en el cámping La Ballena Alegre. Muchos de los usuarios allí presentes mostraban su espíritu aventurero, libre y sin compromisos, y que reflejan a través de su vehículo.

Da lo mismo desplazarse en una T1 que en una Multivan o una Caravelle. El resultado puede ser similar
Allí se expusieron todo tipo de furgonetas, con todo tipo de preparaciones, algunas más extravagantes que prácticas, pero todas con un mismo objetivo: hacer del viaje en automóvil un placer, disfrutando de la libertad sobre ruedas. Suena muy romántico, pero es algo que claramente se ha ido perdiendo con los años.

Para saber más sobre el culto a la Volkswagen T1 y la forma de vida que le rodea, os recomiendo el documental "The Bus", de Damon Ristau. En él podemos ver cómo ha evolucionado este icono del mundo del automóvil y sentir la voz de algunos propietarios estadounidenses que practican su particular "way of life" a bordo de esta furgoneta. Aquí tenéis el Trailer:

The Bus es un documental especialmente interesante ahora que es época de vacaciones, ya que puede hacernos reflexionar sobre nuestro próximo desplazamiento en automóvil.

¿Viajamos o sencillamente nos desplazamos? Tener claro el matiz que diferencia estas dos palabras quizás nos haga plantear las vacaciones de otra manera, llevarnos a disfrutar del viaje y la conducción de otra forma, buscando rutas alternativas, paradas no previstas y, en definitiva, vivir el trayecto como una aventura.

 

sábado, 7 de julio de 2012

Música para tus oídos


Hay pocas cosas mejores que escuchar el rugido de un motor de gasolina de ocho cilindros en V; o la subida de vueltas de un cuatro cilindros con más de 250 CV; o por el contrario, el silencio de un motor eléctrico, sólo interrumpido por un pequeño y agudo silbido (Sí, el silencio también puede ser placentero cuando se trata de conducir).
El oído es uno de los sentidos que más protagonismo adquiere cuando nos ponemos al volante. Pero hay algo que muchas veces nos pasa desapercibido a los que nos dedicamos a escribir sobre cómo funciona tal y cual modelo de automóvil: cómo suena su equipo de música. La calidad del equipo de sonido no sólo es una cuestión relacionada con un mayor o menor presupuesto a la hora de equipar el coche, también debe ir de acuerdo con la calidad de construcción de la estructura, sobre todo con la insonorización del interior del habitáculo.

Viene esto a cuento porque recientemente tuve la oportunidad de experimentar cómo suena uno de los mejores equipos de música que se fabrican para automóviles. Concretamente, se trata del Mark Levinson que equipa el nuevo Lexus GS450h, que probamos en Coches.net. Sinceramente, no he escuchado nada mejor hasta el momento.  Este Mark Levinson, con sistema Premium Surround, 10 canales, 835 Watios y 17 altavoces, está adaptado a las características acústicas del interior del Lexus GS 450h, y doy fe que el resultado es excelente. Tanto a baja como a alta velocidad, el sonido se mantiene puro, lleno de matices y potente, si lo deseas. Su sonido Surround te envuelve dentro del coche, y puedes percibir a la perfección dónde suena cada instrumento, con absoluto realismo y por supuesto, sin distorsiones.
Como decía al principio: el rugir de un motor puede ser muy placentero para nuestros oídos. Pero también el silencio que proporciona un buen automóvil perfectamente insonorizado, junto con la reproducción de tu canción favorita en un excelente equipo de música, es una combinación insuperable.

Por norma general, escuchamos más música dentro del coche que en nuestra casa. Es fácil de entender. El desplazamiento en automóvil suele ser uno de los pocos momentos que tenemos para desconectar de nuestro entorno social. Y escuchar música suele ser el perfecto acompañamiento a nuestra movilidad motorizada.
Lamentablemente, si eres un sibarita de la Alta Fidelidad, sólo los modelos de automóvil más Premium te ofrecen la calidad que buscas, y no todos por igual. Los que lo logran, en este caso Lexus gracias a los de 12 años de colaboración de MarkLevinson con la firma nipona, marcan una diferencia. Y elevan el grado de satisfacción y placer al volante un poco más alto. Estimulan uno de nuestros seis sentidos, el oído, hacia límites sorprendentes.


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