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sábado, 29 de diciembre de 2012

DGT: "Vuelva Usted mañana"


El "Vuelva Usted mañana" que tan bien supo reflejar Mariano José de Larra en sus ensayos a principios del S.XIX, amenaza con regresar a la  Administración.

Y es que la Dirección General de Tráfico ha decidido estos días de fiestas navideñas no tramitar los expedientes de cambio de titularidad de un vehículo. Es decir, si te acercas por la Jefatura de Tráfico de Sabadell, por ejemplo, puede ocurrirte que después de hacer dos horas de cola en plena calle a 5 grados de temperatura, la espera no haya servido para nada.

Es lo que le ocurrió al que esto escribe el pasado jueves. La explicación del empleado sobre tamaño sinsentido es que "estos días hay una excesiva afluencia de personas en nuestras oficinas". Es decir, sabiendo que en estas fechas muchos ciudadanos aprovechan para realizar trámites en Tráfico por varios motivos (en mi caso, porque es una de las pocas fechas del año en las que puedo realizar gestiones), en lugar de reforzar el servicio, lo anulan. Y tan campantes.

A veces da la sensación de que en este país se hacen las cosas al revés. La DGT tendrá sus motivos para tomar esa decisión puntual (falta de personal, acumulación de expedientes, etc) pero en cualquier caso no está justificado que pongan a prueba la paciencia del personal de semejante forma. Más bien parece una forma de querer adoctrinar la conducta en cierto modo "aborregada" del ciudadano, que de esta manera se ve obligado a volver a repetir las gestiones a principios de enero. Muy productiva no es la medida, que digamos.

Para ejemplo de lo dicho y criticado, observar la foto que acompaño. No todos los presentes en semejante cola iban a realizar cambios de titularidad de su coche. Pero qué más da, es una imagen de país tercermundista. Con perdón.

domingo, 23 de diciembre de 2012

Eficiencia: una asignatura pendiente



Las marcas de automóviles y también los periodistas, recurrimos muchas veces al término “eficiente” para calificar aquellos procesos o sistemas que son capaces de aprovechar al máximo los recursos disponibles en el automóvil con un objetivo concreto: reducir el consumo y las emisiones contaminantes. 
Precisamente para debatir el término “eficiencia” se reunieron  el pasado miércoles en Madrid un grupo de expertos del automóvil y periodistas, estos últimos en calidad de oyentes. La mesa redonda tuvo lugar en la exposición que Mazda ha inaugurado en la capital para dar a conocer el nuevo Mazda6 y toda la tecnología que incluye este nuevo modelo. Esta tecnología, denominada SkyActiv, tiene precisamente como objetivo optimizar la eficiencia de los actuales y futuros coches de Mazda.
El debate fue más interesante de lo esperado. La calidad de los ponentes permitió concretar qué se entiende por eficiencia pero también se apuntaron algunas tendencias de investigación enfocadas a mejorar la eficiencia de los coches en el futuro. Pero una de las cosas que me sorprendió fue el reconocimiento por parte de los ponentes de que, en definitiva, el esfuerzo de los fabricantes en mejorar esta eficiencia choca en ocasiones con el verdadero deseo y necesidad del cliente, cuya decisión de compra atiende más a criterios emocionales que no estrictamente racionales. "No podemos llevar al eficiencia al extremo, ya que los deseos del cliente van por otro lado" reconocía un ponente, con gran sinceridad.


Pongámonos en el lugar del fabricante del coche. Por un lado, se ve obligado a realizar grandes inversiones de I+D para desarrollar nuevos sistemas para que sus nuevos automóviles sean capaces de reducir el consumo de combustible y las emisiones acordes con la normativa imperante: sistemas de recirculación de gases en los motores diésel, sistemas de inyección más precisos, sistemas de regeneración de energía para los procesos de desaceleración y frenado, sistemas de parada y arranque, direcciones eléctricas, generadores que trabajan a tiempo parcial, baterías con mayor capacidad de carga… el listado de tecnologías destinadas a optimizar la “eficiencia” del coche es interminable.
Por otro lado, todo esto choca con la dura realidad. La mayoría del público desconoce la tecnología que incluye su automóvil cuando saca éste del concesionario. Y lo que es peor, ni le interesa. Todavía seguimos priorizando mayoritariamente la potencia, las prestaciones, el diseño, frente a la “eficiencia”.
Aunque esto no es algo negativo de por sí, porque la compra de un automóvil es en general bastante irracional, que apela a nuestras emociones más que al puro sentido común, es necesario un cambio. La crisis económica está acelerando las cosas, y lo que antes no era atendido por el cliente (el consumo) ahora está pasando poco a poco a ser una prioridad. Y los que amamos los coches de altas prestaciones, nos deberemos acostumbrar a comulgar con tecnologías destinadas a lograr este objetivo antes comentado: la mayor eficiencia energética. Así, no es raro ver un Audi A8 de casi 400CV con sistema de recuperación de energía en las fases de frenado, una versión híbrida del Porsche Panamera o toda la gama de motores del Mercedes-Benz Clase E con sistema de parada y arranque, por citar algunos.

La eficiencia es un término muy utilizado en el márketing del automóvil. Pero en los próximos años vamos a ver que se va a despertar en el cliente la necesidad de buscar coches más eficientes, sin perder por ellos prestaciones. Pero no va a ser así porque la información que las marcas y los medios de comunicación estimulen esta necesidad, sino porque el bolsillo manda cada día más en un contexto de crisis. De ahí que los coches que mejor logren equilibrar estos dos conceptos antagónicos, eficiencia y prestaciones, serán los que se lleven mayor parte del pastel. Claro está, siempre que los fabricantes sepan vender estas aptitudes. Aunque no cabe duda de que lo van a hacer perfectamente. Sólo hay que observar últimamente a Mazda.

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