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viernes, 3 de febrero de 2012

Coche eléctrico: ¿Sí o no?


Dos años después de que el anterior gobierno presentase el Plan de Acción para impulsar el vehículo eléctrico en España seguimos discutiendo la viabilidad de esta tecnología para el automóvil. Está claro que los 250.000 vehículos eléctricos que Jose Luís Rodriguez Zapatero y Miguel Sebastián pensaban ver circular por nuestras calles en 2014 eran una utopía en su momento y lo siguen siendo dos años después. El Plan ha fracasado estrepitosamente, como demuestra que el año pasado se vendieron en España menos de 400 coches eléctricos, de los cuales poco más de 20 a particulares.

Llegados a este punto, hay que preguntarse qué ocurre. Por un lado, es cierto que los pocos coches eléctricos que se comercializan en España pecan de una escasa autonomía (entre 100 y 140 kilómetros en el mejor de los casos). Su precio es elevado (en torno a los 30.000 euros) y cuentan con el hándicap de la escasez de puntos de recarga (hasta ahora hay 500 en toda España). A todos ello hay que sumar el desconocimiento que el coche eléctrico tiene entre el gran público. En definitiva, se suman un cúmulo de objeciones que hacen muy difícil el éxito del coche eléctrico, de momento.

Digo “de momento” porque lo que también es evidente es que lo coches eléctricos funcionan, y muy bien. He tenido oportunidad de comprobarlo cada vez que me he puesto al volante de uno de ellos: Smart ED, Mitsubishi i-MiEV o Nissan Leaf, este último coche del año 2010.

Nissan Leaf

Son coches que a pesar de no alcanzar una elevada velocidad máxima, te permiten circular a un ritmo muy vivo, especialmente en ciudad, gracias a su elevada cifra de par desde cero revoluciones. La aceleración es instantánea y sales del semáforo como si llevases un scooter. No  hacen ruido, no vibran, no contaminan directamente, gastan poco (poco más de dos euros por kilómetro, mientras no suba la tarifa de luz)  y su mantenimiento es mínimo, inferior al de un coche de combustión. Por lo tanto, desde un punto de vista tecnológico, todo son ventajas.


Así son los puntos de recarga rápida en Lisboa (Portugal)


Por todo ello tengo que confesaros que soy un ferviente partidario de los coches eléctricos, una opinión que no coincide precisamente con la de la mayoría del resto de mis colegas. Estoy seguro que gran parte de las objeciones antes apuntadas pueden superarse. La escasa autonomía y el alto precio de adquisición de estos coches no son el principal escollo. Los fabricantes están mejorando día a día la carga de las baterías. Y hoy en día un coche eléctrico es perfecto para ir y volver del trabajo. La mayoría de nosotros no hacemos más de 40 kilómetros diarios en coche. Por otro lado, una superior demanda de estos vehículos permitiría abaratar los costes de fabricación. Algunas marcas incluso apuestan por coches eléctricos más asequibles (Renault Twitzy), algo que me parece del todo acertado y que estimulará, sin duda, las ventas.

Mitsubishi i-Miev

El verdadero punto a salvar en todo este asunto es la indefinición de políticos e instituciones públicas a la hora fomentar el coche eléctrico, por la parte que les toca. Es decir, no pueden hacerse previsiones como las del anterior gobierno, totalmente equivocadas, que lo único que generan en la opinión pública es desconcierto.
La política de subvenciones tampoco está demasiado clara. La última novedad es subvencionar en mayor o menor cuantía la compra de un coche eléctrico en función de su autonomía en modo eléctrico exclusivamente. ¿Y los híbridos? ¿No quedan en desventaja, al tener una menor autonomía exclusivamente eléctrica? Que se lo pregunten a Toyota… y las subvenciones varían según la Comunidad Autónoma, que esta es otra…

Finalmente, hace falta una mayor voluntad y decisión a la hora de instalar los puntos de recarga por la geografía española. Actualmente son 500, una cifra a todas luces insuficiente. Y muchos de estos puntos de recarga no son del todo adecuados. Lo comprobé personalmente (ver foto) al acudir a un punto de recarga de Tabosa en los Túneles de Vallvidrera, que no disponía de sistema de recarga rápida. Eso supone que debes quedarte 8 horas, en el mejor de los casos, para recargar por completo las baterías. ¿Os imagináis la situación?
Recargando un Smart ED en una gasolinera de Barcelona

En este caso, la voluntad de la empresa y la administración fue buena, pero la acción equivocada.
Por lo tanto, como se suele decir: “con la iglesia hemos topado”. Cuando cualquier problema a resolver depende de una decisión política, todos sabemos que el resultado suele tardar, o ser nefasto. Y en momentos de crisis como los actuales, el tema del coche eléctrico sigue pillando a nuestros gobernantes a contrapié.

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