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jueves, 25 de octubre de 2012

Plan PIVE: Efecto psicológico


Ha hecho falta la aprobación de un plan de incentivos para la compra de vehículos por parte del gobierno para ver cómo crece de forma automática la afluencia de personas  en los concesionarios.

La puesta en marcha del Plan PIVE, que subvenciona con hasta 2.000 euros la compra de un coche nuevo o seminuevo a cambio de la entrega para achatarrar de uno con más de 12 años, ha provocado que en 15 días se incrementasen en un 150% los pedidos de coches para matricular. Sin duda, lo que ha provocado el Plan PIVE es un efecto psicológico en el consumidor, que ha asimilado que ahora es un buen momento para comprar. Ahora o nunca, parece pensar.

En realidad, el plan de incentivos no es ninguna ganga. Los 1.000 euros que aporta el estado deberán posteriormente declararse a Hacienda, con el correspondiente impuesto a pagar. Y los 1.000 euros restantes que aporta el concesionario, no incrementan notablemente los increíbles descuentos sobre el PVP que venían haciendo las marcas antes de la aprobación del plan.

Lo que ha ocurrido es que la difusión de la medida gubernamental ha estimulado una buena parte del público que se mostraba indeciso a la hora de cambiar el coche. Llevamos más de cuatro años de profunda crisis, y mucha gente necesita renovar su vehículo, cuyo mantenimiento a medida que envejece es cada día es más costoso. Y es que vivimos en el país europeo con el parque automovilístico más viejo, después de Grecia. Esto es negativo desde el punto de vista medioambiental y de la seguridad vial, pero también es positivo porque indica que hay mucho campo por recorrer, mucho coche por renovar. De ahí que un plan de achatarramiento en este momento sea bienvenido por parte de todo el mundo.

Las marcas están satisfechas con la medida. Acciones comerciales como la venta de un Dacia Sandero por 4.700 euros, por ejemplo, calan hondo entre la opinión pública. Y aunque después sean pocas unidades de ese coche las que se vendan a ese precio (una cosa es la oferta, otra la realidad) contribuyen a generar esa sensación de que ahora “se revientan precios”.

La gente vuelve a visitar los concesionarios, los verdaderos perjudicados por esta crisis, ahogados como nadie ante la bajada de las ventas a particulares.

Los fabricantes esperan recuperar las ventas antes de acabar el año, para llegar cerca de las 750.000 unidades vendidas, una cifra inferior a la del año pasado pero no tan desastrosa como se preveía.

El gobierno recuperará con creces el dinero invertido en el PIVE, según cálculos económicos, en forma de impuestos. Por cada euro invertido, espera recuperar tres.

La sociedad en general se ve beneficiada por el rejuvenecimiento del parque, y el español que haya decidido comprar un coche por estar convencido de haberlo hecho en el momento más oportuno. Así, todos contentos.

Todo esto no hace sino confirmar que lo que realmente está en crisis es nuestra confianza. La economía se basa en la confianza entre sus diversos actores, y ésta hace años que se ha perdido. Ahora faltará comprobar si esto sólo es flor de un día o realmente levantará un sector que lleva ya varias temporadas en una profunda depresión.

Si una vez agotados los fondos del plan, éste no tiene continuidad, es muy posible que sólo haya servido para adelantar unas ventas ya previstas, y en 2013 las matriculaciones bajen de forma considerable. Confiemos que no sea así. Confianza, esa es la palabra.


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